viernes, 11 de noviembre de 2011

Historia de la fotografía boliviana


Haciendo un repaso histórico, salvando el hecho de que tenemos todavía una deuda pendiente en la recuperación de archivos, su clasificación y estudio desde distintas disciplinas, es posible afirmar que hubo, y todavía persiste, una mirada clara tanto de los fotógrafos bolivianos como de los extranjeros.

El siglo XIX y la gran época de los exploradores europeos, unido al descubrimiento de la fotografía, resaltaron esa gran ansiedad por descubrir el mundo tal cual era y ya no bastaba el testimonio escrito y las ilustraciones gráficas que lo interpretaban. El público europeo comenzó a recrear su imaginario al aproximarse, fotografías mediante, a las grandes culturas lejanas, como Egipto, México y la Polinesia, e incluso, reconocieron su propia realidad.

Bolivia no escapó a esta mirada. Fueron Humboldt, Squier o Dorbigny aquellos exploradores anteriores al uso de la fotografía los que iniciaron una mirada que marcarían una visión de esta parte del mundo. Grumbkow, Nordeskjiold, Fawcett, Posnansky, Ahlfeld, Bennet, Orton, Kirchhof, Gertsmann, Manning, Ertl, para nombrar a unos pocos de más de una centena de exploradores, geógrafos, antropólogos, fotógrafos, naturalistas, ya con cámara en mano, construyeron ese imaginario icónico de Bolivia con una fuerte tendencia hacia lo indígena, lo natural, lo diverso, a aquello que consideraron como lo auténtico, lo diferente con respecto a sus paises.


La obra de estos exploradores-fotógrafos marcó a fuego el carácter de la fotografía boliviana, que perdura aún hoy. La obra fundamental de Rodolfo Torrico Zamudio a principios de siglo durante la década de los 20, Ruiz a mediados, llegando a Fernando Soria, Víctor Hugo Ordoñez, Peter MacFarren en la actualidad, nombrando a algunos de los bolivianos o Lowe, Vincenti, Wicky, o van Damme a los no bolivianos, no dejan de explorar desde otros ángulos este carácter.

Al parecer, nuestra diversidad y nuestras diferencias sociales se convierten en el leit-motiv, en la energía o en la necesidad de explicarnos a nosotros mismos nuestra identidad. Sin embargo, la imagen que tenemos del otro y el lugar que ocupamos en este lugar del mundo, todavía no está completa. La manida frase de grafiti que dice que no somos un pais sino pais-saje se puede aplicar en esta ocasión entendiendo cómo hemos construido un discurso icónico de nuestro país a través de la fotografía.

Existe también por ello una gran necesidad de retratar el carácter de los actores sociales más que de las expresiones individuales. El show bussines nacional está dominado por sus actores políticos, por sus incongruencias, deslealtades, pasiones ocultas, intereses de grupo, denuncias, reinvindicaciones y manipulaciones. Otra buena parte de nuestros fotógrafos marcan por ello otro de los componentes del carácter de la fotografía nacional: el fotoreportaje. El fotoreportaje ha tenido y tiene representantes de envergadura. Pero antes de entrar en estas clasificaciones es necesario mencionar que otra de las características de nuestros fotógrafos, como necesidad a la sobrevivencia de su ejercicio profesional, no es un trabajo altamente especializado. Sus fronteras son versátiles pasando de la publicidad, al fotorreportaje, a la fotografía de eventos sociales, retrato y fotoarte, con una facilidad envidiable.





Por ello, Doménico Gismondi, Julio Cordero Castillo, Piérola o Rodolfo Torrico Zamudio a principios del siglo XX, que construyeron su obra basados en servicios de estudios fotográficos agregaron un ingrediente no intencional cuando retrataban a su clientela: la del testimonio de una época que hoy se constituye en documento gráfico similar al del fotorreportaje. En este sentido, quizá el fotógrafo más importante del siglo XIX fue Ricardo Villalba, único boliviano miembro de la prestigiosa Sociedad Francesa de Fotografía en 1880, con una obra extensa de estudio y reportaje donde, muy tempranamente hacia la década de los 60 y 70s pasearon por su estudio una gran variedad de tipos humanos indígenas de los Andes. Parte de su obra, que se encuentra en la Biblioteca de Bremen, en la Colección de la Universidad de Tulane y en la colección George Eastman incluye un album denominado “Tipos y costumbres de los Andes”, obra pionera de este tipo en la región.

La influencia importante que recibió Bolivia a principios del XX de la que ahora se conoce como escuela cuzqueña es destacable. Debemos recordar que antes que nacieran las grandes urbes, en las ciudades intermedias como Cuzco, Arequipa, Tupiza, Uyuni o Totora se abrieron una variedad de estudios fotográficos. En La Paz radicó durante cerca de una década el estudio de Max T. Vargas, arequipeño y que estuvo activo entre Arequipa y La Paz. Max T. tuvo su estudio en plena esquina de la Plaza Murillo y calle Bolívar, antiguo Biógrafo París. Vargas es reconocido como el maestro de Martín Chambi, el fotógrafo más importante de los Andes. Vargas, Chambi, junto a Chani, Figueroa Aznar o Avelino Ochoa, influenciaron decididamente en la obra de fotógrafos como Gismondi o Cordero. Debo mencionar que Martín Chambi comienza a ser reconocido a nivel internacional a partir de una exposición de arte que se realiza en La Paz, en 1925 con ocasión del Centenario de la República donde gana la medalla de Oro.



Texto completo en : Icónica.com.bo

1 comentario:

Fotografía Boliviana dijo...

Libro FOTOGRAFÍA BOLIVIANA :65 fotógrafos, 570 fotografías, 400 paginas...
Editado por Sandra Boulanger / ACCIÓN CULTURAL
Diseño Moira Machicado
Descripción
Textos de Jose Antonio Navarrete, Juan Ignacio Siles del Valle, Sandra Boulanger, Ministerio de Culturas del estado plurinacional de Bolivia, Fundación Principe Claus de Holanda