domingo, 1 de junio de 2008

Para que no me olviden / Fotografía Post Mortem

Foto: “Padres e hija muerta”, retrato del peruano Rafael Castillo (1870). Era una práctica común para quienes sufrían una pérdida así

La niña parece dormir sobre las piernas de su padre, pero ya jamás despertará. El hombre va de traje y tiene cara de circunstancias. Al lado, la madre mira el vacío.


¿Puede haber algo más triste que la imagen de unos padres con su hija fallecida en brazos? El duelo debe ser reciente y esa familia, ahora incompleta, se ha retratado para tener un último recuerdo juntos. La fotografía fue realizada en estudio alrededor de 1870 por uno de los más reconocidos fotógrafos peruanos de la época: Teófilo Castillo.


La fotografía de difuntos, o post mortem, fue una práctica recurrente en la Lima del siglo XIX. La muerte entonces era una presencia cercana en cualquier familia, de cualquier estrato económico, por el alto índice de niños que morían a edad temprana por enfermedad o madres que fallecían por los rigores del parto.

Hoy muchas de las causas de muerte son casos fáciles para la medicina, pero entonces era distinto.

Un invento de la época tuvo que ver además con esta costumbre: la aparición del daguerrotipo –la primera forma de hacer fotografía– en la década de 1840. "La fotografía post mortem empieza prácticamente con la aparición del negocio fotográfico.

Los fotógrafos vieron el potencial que tenía este tipo de imágenes porque muy pocas familias podían pagar un retrato hecho por un pintor a sus parientes recién fallecidos", dice el fotógrafo e investigador Renzo Babilonia.

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