sábado, 11 de septiembre de 2010

Las fotos no publicadas del 11/S

George W. Bush estaba solo en el despacho de la Casa Blanca. La gente en las oficinas se había ido ya. Quedaban los funcionarios de retén, las seccretarias del gabinete de guardia, el Servicio Secreto. Con cierta parsimonia metió los dedos en la curva metálica del tirador, empujó hacia fuera y abrió un cajón de su escritorio. El segundo cajón de la derecha. Sacó un dossier, un abultado dossier negro, y lo puso sobre la mesa.
Era un dossier corriente de plástico negro. El mismo que le entregaron los del Servicio Secreto. Un folder de oficina, con 35 foliobolsas transparentes. Dos fotografías por bolsa, una en cada cara. Setenta fotos de aquel horror. Cuando las vio por primera vez, preguntó "¿Quién más ha visto esto?", y prohibió que se publicaran.
Sin duda, en el dossier había fotografías "altamente reservadas": de los empleados en oficinas militares que murieron en el siniestro del Pentágono; de los pasajeros del vuelo 77-AA, desaparecido en las inmediaciones del Pentágono; de los que viajaban en el Boeing del vuelo 93-UA y cuyos cuerpos no estaban entre los restos del avión estrellado en Shanksville, Pensilvania.
Observando una tras otra aquellas instantáneas del horror, Bush reconstruía el escenario del 11/S: volvía "a poner las cosas como estaban, tal como nos la dejaron: achicharradas, retorcidas, destrozadas, !matadas!"; "los sentimientos, en carne viva"; y los deseos ácidos de venganza "tal como los teníamos aquel día: un día que, los que sobrevivimos, no tenemos derecho a olvidar".
Él había jurado a Dios, a América y a sí mismo: "Nunca olvidaré". Esa decisión tenía su historia íntima y compleja...
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Extracto del libro: Jefe Atta. El secreto de la Casa Blanca. De la periodista española Pilar Urbano. Barcelona, 2003.

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