“Infinitesimal es un término que conocí por Arquímides, pero lo que a mí me interesaba no era propiamente lo matemático, sino la idea de la conjunción de estas dos palabras: infinito y decimal, pensándolo como una estética que se nutre de cosas mínimas o residuales”, explica el joven fotógrafo. Veremos fotografías, videos y técnica mixta. “La muestra es varias cosas juntas, son como cinco o seis ideas que son independientes. Es como si fuera una muestra colectiva, pero hecha por mí”. ...
Entrevista completa a
Musuk-Nolte sobre su última
muestra en la Galería Lucía de la Puente.
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Es casi una reacción biológica: en tiempo de crisis se instala la sospecha y la observación. Lo mismo sucede en el arte. El artista desconfía, y el primer interrogatorio que realiza es a su propia condición de creador. Y por eso ausculta, con la minuciosidad del entomólogo, el desgaste de su instrumental, la suciedad acumulada en las ranuras de su poética. Pero si la obra es feliz, digamos, entonces la auscultación de su propio sistema hace sentido. Es decir, se transforma en símbolo potencial.
Un círculo se cierra, como siempre en el arte, solo que ahora de manera ralentizada, como se cierra una puerta cuando no se quiere hacer ruido. Así también actúa Infinitesimal, la tercera muestra individual de Musuk Nolte. (La lógica del cazador que lucha contra la esquiva –o peligrosa– presa pero también contra el tiempo). De maneras reactivas, como la combinación química. No como la fotografía sino como el proceso fotográfico: “Infinitesimal” explora los procesos químicos del arte, sus igniciones o transferencias energéticas.
Si nos atenemos al significado, infinitesimal es una cantidad que de tan pequeña se hace residuo. Y, como sabemos, más allá de todo residuo solo quedan fronteras. Límites. La palabra límite es crucial en el discurso que propone Nolte. El límite entre una materia y otra, por ejemplo, evidenciado en las quemaduras practicadas sobre lienzos. Pero también el límite del efecto, de la cadena de transformaciones que desata el calor. Después de todo, el repliegue o la consecuencia también son límites, y el artista un facilitador de combustiones.
Aunque también podemos hablar del límite entre un contenedor y un contenido, asociado de manera compulsiva y paradójica (en la imagen congelada del vaso que se rebalsa), o de manera absurda e inquietante (en la imagen de la piscina (¿?) vacía contra el mar tras el morro solar). Como fuere, en Infinitesimal el límite es siempre un territorio de tensiones, de crisis, y por ende de replanteamientos. La materia se transforma para llamar nuestra atención: solo así podemos ser sus testigos privilegiados.
Diego Otero, junio 2009
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