jueves, 28 de junio de 2012
lunes, 25 de junio de 2012
Reseña de la Bienal de Fotografía de Lima en España
I Bienal de Fotografía de Lima, un inédito optimismo Por Diego Salazar / El Pais.es
El Perú, un país históricamente deprimido por sucesivas crisis económicas y
un reciente pasado de violencia terrorista, es hoy un país orgulloso. Un país
que se busca y se reconoce en el paso firme con que crece su economía y los
sabores variados de su rica gastronomía. El arte, un arte ligado a lo coyuntural
y asido al terreno como la fotografía además, no ha tardado en reflejar ese
inédito optimismo.
Uno cruza la puerta de la Casa Rimac, que agrupa cuatro
exposiciones de esta I
Bienal de Fotografía de Lima, y se topa con un cielo azul plagado de nubes
blancas que cuelga del techo e ilumina las enormes imágenes que Karen Zárate ha
tomado en un pequeño poblado a las afueras de la capital, Lima. Poblado que
responde al nombre de Laderas de Villa Jesús de Nazareth y donde los "vecinos se
reúnen cada domingo para construir un camino hacia la ciudad”. Las imágenes de
Zárate muestran, en un formato enorme, gran acierto de la curadora Mayu Mohanna,
a los esforzados pobladores de Laderas de Villa Jesús, abriéndose paso, día a
día, contra la adversidad.
El resto de trabajos que componen esta primera exposición, Sujeto de derecho, cuenta historias similares: El
médico de la pequeña localidad de Querco en Huancavelica que tiene a su cargo a
sus 800 habitantes, retratados por Antonio Escalante con un heroico blanco y
negro que puede recordar al Walker Evans de Elogiemos ahora a hombres famosos;
los discapacitados de Cerro Cachito, un arenal del populoso barrio de Ventanilla
(Lima) convertido en una ciudad de chabolas por unos peculiares colonos; o los
microempresarios que posan orgullosos junto a las distintas herramientas o
equipos que, gracias a un préstamo de uno de los muchos bancos comunales que
pueblan el país, les han permitido dejar atrás la pobreza. Historias todas de
supervivencia y superación.
Los fotógrafos peruanos, si uno atiende a buena parte de lo exhibido en esta
edición de la Bienal, no se contentan con robar imágenes al vuelo; todo lo
contrario, indagan, escuchan y narran las historias de los personajes que
desfilan por sus fotografías, haciendo buena la definición de fotoperiodistas
que algunos reclaman para sí. De entre las muchas historias que inundan el
imaginario peruano no hay ninguna más poderosa que la guerra terrorista desatada
por Sendero Luminoso que asoló al país durante casi tres décadas. Es a ella que
se dedican por completo dos de las exposiciones más atractivas.
En nombre de los ausentes: memorias de guerra, de la
fotógrafa Nancy Chappell (foto sobre estas líneas), presidida por una
contundente cita de Albert Camus: “Debemos comprender que no podemos escapar del
dolor común, y que nuestra única justificación, si hay alguna, es hablar
mientras podamos, en nombre de los que no pueden”. La estremecedora instalación
combina retratos de 15 víctimas del conflicto que se saldó con 69 mil muertos
con sus testimonios en audio recogidos por la Comisión de la Verdad y
Reconciliación entre 2002 y 2003. Y No se puede mirar, trabajo de la fotógrafa Vera
Lentz, que regresó al Perú en 1982 tras una estancia en el extranjero para
encontrarse de cara con la locura desatada por Sendero Luminoso. No se puede
mirar es un prolijo y puntilloso retrato de los efectos de esa insania, una
crónica work in progress del día a día de tantos peruanos ubicados
entre la espada (Sendero Luminoso) y la pared (un Estado que tardó en
responder). La memoria que intenta comprender y se erige como escudo ante la
repetición de la barbarie.
También con la memoria y el propósito de contar historias, aunque en un registro
distinto, juega otra exposición: El incidente, que rescata un buen puñado de “fotografías
incidentales” (o peatonales). Una práctica común en la Lima de los años 40-60, donde los fotógrafos “escondidos entre la multitud, parados en una avenida o transitando por un concurrido jirón observaban el paso de las personas para retratarlas ‘a la manera salvaje’”, es decir al paso. Las fotografías luego, una vez convenido el precio, eran vendidos a sus personajes por el fotógrafo. El historiador Daniel C. Contreras ha hurgado en mercadillos y álbumes viejos para construir este fascinante retrato colectivo de una Lima clásica, a la vez que ensaya posibles interpretaciones sobre la identidad de los retratados y se pregunta “¿Qué llevaba a estas personas a acceder a la transacción y adquirir una de estas imágenes tomadas sin su permiso? ¿Alguien de nosotros se reconocerá ahí?”.
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Bienal Fotografía Lima 2012
viernes, 22 de junio de 2012
jueves, 21 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
sábado, 16 de junio de 2012
viernes, 15 de junio de 2012
jueves, 14 de junio de 2012
La Foto del Horror
En Siria, la semana pasada, 108 personas, 59 de ellas niños, murieron
asesinadas por las milicias de Bachar el Asad. El diario, en su edición digital
del 26 de mayo informaba de la masacre que la edición impresa recogía al día
siguiente. En elpais.com, la foto, tanto en portada, a partir de la noche, como
en el interior, mostraba los cadáveres de varios niños. En la edición impresa,
la foto era otra similar. Varios lectores, en los comentarios en la edición
digital, añadieron más imágenes estremecedoras. Pero también hubo lectores que
se dirigieron a la redacción y al buzón del Defensor criticando su publicación.
No se trata de un debate inédito entre un supuesto fomento del voyeurismo
sórdido y la pedagogía del horror teorizada, por ejemplo, a propósito de las
imágenes de los campos de exterminio nazis.
Pedro M. Guerra propone “advertir de que el contenido de ciertas fotografías
en el digital podría suponer un problema de tipo emocional”. El lector considera
lamentable su publicación en un diario que, por norma general, tiene en alta
estima. Miguel Ibáñez Monroy califica de devastadora la imagen: “¿pero, de
verdad, es necesaria la fotografía? (…) Sinceramente me parece de una gratuidad
tremenda y una falta de respeto para lectores y víctimas”. Otras cartas pedían
la eliminación de la foto sin más. Adriana Sanín cree que desmerece la imagen
del diario publicar esta foto. “Va más de acuerdo con periódicos de baja
categoría, que hacen de la muerte un show, de la tragedia un morbo (…). ¿Qué
tipo de publicación desean ser?”. Jesús Rodríguez subraya que este tipo de fotos
“jamás se publican cuando hacen referencia a sucesos similares en el Primer
Mundo: por favor, sean coherentes”. Mateus Rodrigues consideraba “inapropiado”
que se divulguen este tipo de imágenes “sin que haya un aviso previo a los
lectores”. Laura Quintana concluye: “Creo que su periódico, una entidad que
transmite seriedad, no debería publicar imágenes como estas, ya que en mi
opinión responden solo a intereses morbosos”. Álvaro Aytes Meneses afirma que
“cuando el buen periodismo se deja leer, la frase ‘una imagen vale más que mil
palabras’ pierde sentido”. Y critica la “permisividad” del diario con los vídeos
en la sección de comentarios.
Varios diarios estadounidenses no publicaron esta foto en las ediciones
digitales y sí incluyeron otras, menos explícitas. Una de ellas es una hilera de
cadáveres envueltos en sudarios que, sin embargo, no alerta sobre la
singularidad de este horripilante episodio: el infanticidio. The Times (30 mayo)
publicó en la portada impresa la imagen de uno de los niños fallecidos. Algunos
medios, antes de permitir el visionado de las imágenes, publicaban una
advertencia sobre su contenido. El Libro de estilo establece que las imágenes
desagradables solo se publicarán cuando añadan información. Es difícil agotar el
análisis de las connotaciones que puede albergar una foto. La imagen en cuestión
es un testimonio, suministrado por los propios ciudadanos, de una atrocidad cuya
causa no es un accidente. Si así hubiera sido, no debería publicarse. Pero en
este caso es el resultado de una acción criminal cuyos autores no desean que sea
conocida. Y debe publicarse. Avaaz.org encabeza con esta foto una campaña de
cartas (Protejan a los niños de Siria) para reclamar a la ONU la ayuda
efectiva a la población. La han firmado más de medio millón de personas. Ricardo
Gutiérrez, responsable de fotografía, explica que primero se evaluó la
autenticidad del documento (la BBC, en esta noticia, publicó por error una foto
de 2003 en Irak). Y se decidió publicarla porque, explica, “valoramos que
respeta la dignidad de las víctimas”. Como apunta Michela Marzano en La muerte
como espectáculo, el derecho a saber no supone que no deban levantarse diques
sobre la realidad-horror. En la edición impresa no apareció en portada, con lo
que se limitaba un impacto involuntario sobre el lector. En la digital, sí, y en
esta portada se pudo haber acudido a otras alternativas. Sin necesidad de
censurar la foto, su inclusión con una advertencia preliminar, como apuntan
varios lectores, es una fórmula a considerar seriamente. He consultado a dos
fotoperiodistas, premios Ortega y Gasset, sobre esta foto. Coinciden en apoyar
su publicación.
“Lo terrible es que haya niños muertos. No las fotografías”, afirma Gervasio
Sánchez, que ha cubierto desde el drama de Bosnia a la Guerra del Golfo, entre
otros. Premio Nacional de Fotografía (2009), asegura estar cansado “de que
asusten las fotos, pero no se salga a la calle a combatir estos crímenes”. “Esta
fotografía añade información: niños que deberían estar en el colegio yacen
muertos por la brutalidad de la guerra y la inoperancia de la diplomacia. Es
dura, pero la guerra es así de salvaje. Lo que hay que hacer es luchar para
evitar la guerra. Lo preocupante es que en ocho años un apóstol de la paz
llamado José Luis Rodríguez Zapatero sextuplicó la venta de armas españolas y
nadie se ha escandalizado. No recuerdo ningún debate en esta sección sobre este
vergonzoso mercadeo de la muerte. Si en España hubiera una guerra como la de
Siria, por supuesto que estas fotos habría que publicarlas. De hecho, se hizo
durante nuestra Guerra Civil. El objetivo debería ser respetar y salvar la vida
de los pequeños. Una vez muertos, es más importante denunciar lo que ha ocurrido
que precintar la denuncia porque tenemos que respetar el dolor de las familias.
Ocultarlo sería un acto de hipocresía”. El fotógrafo lamenta que se eternicen
los debates sobre las fotos y no sobre lo que estas reflejan. “Todavía hoy en
cada conferencia me preguntan sobre la imagen de Kevin Carter en Sudán, en 1994,
de un niño famélico con un buitre rondándole. ¿Por qué preguntan sobre la foto y
no sobre la hambruna del país y sus causas?”. Gervasio Sánchez recuerda que el
último premio Pulitzer es una imagen centrada en una niña aterrorizada tras un
atentado en Kabul. A su alrededor pueden verse los cadáveres de ciudadanos,
adultos y niños, víctimas del coche bomba.
Sandra Balsells, profesora en la Universidad Ramon Llull, considera que
esconder la imagen sería hacer el juego a los verdugos, a la dictadura. “Cada
foto pide una reflexión. Es verdad que incomoda, pero esa lectura se hace desde
las sociedades opulentas. Cuando estuve en Kosovo, los propios familiares de las
víctimas te llevaban al velatorio para fotografiar el cuerpo de su hija porque
su voluntad, por encima de la tragedia personal, era denunciar lo que estaba
ocurriendo. La imagen no es ofensiva. Lo ofensivo es el hecho. Y ojalá provocara
la movilización ciudadana o algo de sensibilización”. Balsells recuerda fotos
que sí lo consiguieron como la de la niña vietnamita corriendo desnuda víctima
del napalm.
En la primera Guerra del Golfo se criticó acertadamente la estrategia de
Estados Unidos para presentarla como una ciberguerra. El Pentágono suministraba
imágenes de bombas que impactaban con precisión en unos objetivos donde nunca
podían observarse víctimas humanas. Una muestra de cómo evoluciona la reflexión
sobre este tema la tenemos en el elaborado pensamiento de Susan Sontag,
consciente de que la fotografía ha acompañado siempre a la muerte. En 1977,
propuso una ecología de las imágenes para evitar que su abundancia en
determinados temas provocara un efecto anestésico. Pero en 2003 (Ante el dolor
de los demás) escribía: “Debemos permitir que las imágenes atroces nos
persigan”, admitiendo que se atribuye demasiado valor a la memoria emocional,
que favorece la imagen, frente a la reflexión. Sontag reivindicaba que “las
imágenes dicen: esto es lo que los seres humanos se atreven a hacer”.
Texto tomado: El País.es
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Fotografías de Guerra,
Siria
miércoles, 13 de junio de 2012
martes, 12 de junio de 2012
lunes, 11 de junio de 2012
domingo, 10 de junio de 2012
viernes, 8 de junio de 2012
Historia de la foto de Bolognesi
Su historia es que el periodista Alejandro
Guerrero ubicó la foto en Tacna, aprox 1993, estaba maltratada, con rayas,
dibujos, bigotes, etc, era pequeña. Genaro Delgado Parker la adquirió después a la
familia de Tacna. La compra se mantuvo en secreto, mientras era
enviada a los laboratorios Kodak en EEUU para verificar su autenticidad en
cuanto a fotografía del siglo XIX y, para ser restaurada a su estado
original.
Los laboratorios determinaron que la foto
pertenecía a la época (1880) y no era montaje. Asimismo que las diferencias en el color de
uniforme y el tamaño de Francisco Bolognesi que sobresalía por sobre sus demás compañeros,
obedecía al efecto de luz y ángulo de captación fotográfica.
Luego de la restauración la foto fue obsequiada
oficialmente al presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del
Perú. Según algunos, en esta foto estarían los
siguientes personajes (de izq a der) No identificado, Ramón Zavala, Marcelino
Valera, No identificado, Francisco Bolognesi, Manuel C La Torre, No
identificado, Alfonso Ugarte, Juan G More, Justo Arias y Araguez, Ricardo
O´Donovan y Roque Saënz Peña.
No obstante, no se tratarían de los personajes en realidad sino de un montaje teatral realizado por la Asociación Patriótica Bolognesi que realizaba varias funciones en 1897 para recaudar fondos para la realización de un monumento algunas de ellas en el Teatro Politeama de Lima y sin duda alguna en Tacna. QUIZAS SE TRATE de una foto de una de esas funciones.
Tomado del blog de Jonatan Saona
http://gdp1879.blogspot.com/2008/02/otra-foto-histrica.html (Ver historia completa)
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Guerra del Pacífico
jueves, 7 de junio de 2012
Walter Runcie / Intensidad y Altura
El Centro Cultural de Pontificia Universidad Católica del Perú, BBVA Banco Continental, Petrobras y Stella Artois presentan el jueves 7 de junio, en el marco de la Bienal de Fotografía de Lima, la exposición INTENSIDAD Y ALTURA –una retrospectiva de Walter Osborne Runcie Stockhausen, pionero de la aerofotografía en el Perú– a partir del archivo que actualmente se encuentra bajo la custodia de Carlos Runcie Tanaka, curador de la muestra junto a Gustavo Buntinx –curador general de la Bienal.
SOBRE WALTER O. RUNCIE
Nacido en Jamaica en 1881, realizó estudios de mecánica y electricidad en Estados Unidos para luego desempeñarse como camarógrafo de la C.L. Chester Productions en Nueva York y Hollywood. Llegó al Perú en la década de 1920, donde trabajó para el gobierno de Leguía y fotografió el territorio destinado a la irrigación de Olmos, importante proyecto iniciado por el ingeniero Charles Sutton. Walter O. Runcie, además, trabajó para empresas locales y norteamericanas como la Standard Oil Co. y la Cerro de Pasco Copper Corporation.
Fue uno de los pioneros de la fotografía aérea, colaboró con Robert Shippee y George R. Johnson en la expedición fotográfica aérea de 1931; fue camarógrafo de Wings Over the Andes (Alas Sobre los Andes), película producida por Robert Shippee en 1932. Entre otras aficiones, voló junto a Elmer Faucett, registrando las distintas zonas del territorio peruano en tomas de notable calidad técnica y sello distintivo. Una singularidad que se reitera en las cuantiosas fotografías dedicadas a otros temas, incluyendo sus poderosas vistas del interior del país y de sus habitantes, particularmente los indígenas retratados tanto en el contexto selvático o rural como en los campamentos mineros.
Walter O. Runcie fue además un promotor innovador y decisivo de las tecnologías de la imagen en el Perú. Su empresa Runcie Graphs era ampliamente reconocida por ser la primera en realizar copias fotostáticas además de fotomurales de gran tamaño en Lima. Fue condecorado con la Medalla Conmemorativa “Jorge Chávez Dartnell” del Ministerio de Aeronáutica, creada como Condecoración por Resolución Suprema Nº 332 del 14 de Setiembre de 1957, por sus servicios en provecho de la Fuerza Aérea del Perú, contribuyendo al progreso de la Aeronáutica Nacional.
SOBRE LA EXPOSICIÓN
La exposición INTENSIDAD Y ALTURA, Aerofotografía y mirada
interior en la obra de Walter O. Runcie es una recopilación de un promedio de 60
fotografías de distintas zonas y poblaciones del Perú tomadas por Walter O.
Runcie desde su llegada al país en los años veinte. Además, presenta el archivo
personal del fotógrafo, como sus cámaras fotográficas, placas, bitácoras de
viaje, negativos, libros y documentos, entre otros. Esta gran exposición
representa un homenaje a la fotografía en el Perú.
INTENSIDAD Y ALTURA
Aerofotografía y mirada
interior de Walter O. Runcie
Del 7 de junio al 26 de agosto de 2012
Galería Centro Cultural PUCP
Av.
Camino Real 1075 San Isidro
Horario: de lunes a domingo de 10 am a 10
pm.
Ingreso libre
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Aerofotografia Perú
miércoles, 6 de junio de 2012
Colombia tierra de luz
El desplazamiento ocurre en silencio luego del grito. El habitante asentado
debe huir de su terruño dejando atrás sus sembrados, animales y vivienda. Son
expulsados por una fuerza centrífuga que ya no los quiere y que los repele.
Llegan a ciudades o nuevos territorios donde no tienen qué, no tienen dónde.
Buscan y buscan, algunos finalmente encuentran. Su refugio es un semáforo, un
cambuche, una invasión en ladera. Otros enfrentan las fronteras continentales o
del mar como límite. Quedarse, regresar o irse: esa es la cuestión. Pocos
retornan a su lugar de origen y surtidor de felicidad.
El desplazamiento forzado en Colombia se constituye en uno de los problemas
sociales y culturales más preocupantes y consecuencia directa del conflicto
armado por más de cuatro décadas. Este se ha producido en su mayoría por el
narcotráfico, la injusticia social y la inequidad en la tenencia de tierras. Los
Derechos Humanos de las personas desplazadas se ven vulnerados de múltiples
maneras y de forma constante por parte de los grupos armados al margen de la
ley. Históricamente, las autoridades no les han brindado la ayuda necesaria en
su proceso de adaptación a las nuevas condiciones ni ha generado estrategias
para su regreso. La sociedad tampoco se ha pronunciado con contundencia a pesar
de tantos años que ha existido el problema. Sin embargo, en la actualidad crece
en el país un sentido de protección a estas personas a través de nuevas
políticas de retorno y de movimientos sociales: la necesidad de actuar legal y
moralmente hacia el posconflicto.
De igual forma, las expresiones artísticas y culturales, como la fotografía y
otras prácticas contemporáneas, pueden hacer la diferencia. El Arte y la
estética tienen la capacidad de generar transformaciones en las emociones de las
personas al activar su conciencia, sentar protestas, evidenciar momentos,
producir sensaciones corporales y percibir los contrastes que la acción humana
genera en los individuos, el territorio y el paisaje. La fotografía por ejemplo,
permite dar testimonio del presente que vivimos y ser testigo de los problemas
de la violencia, la desigualdad y las acciones contra el medio ambiente. Así
como, proponer soluciones, emitir opiniones e imaginar nuevas realidades. Es la
reflexión individual del fotógrafo que busca convertirse en conciencia
colectiva.
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Colombia Fotos,
fotografía iberoamericana
martes, 5 de junio de 2012
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