Otra de las muestras importantes va a ser la que está dedicada a la producción de Luz María Bedoya: “Líneas, palabras, cosas”. ¿Qué nos tiene reservada esta muestra? “Líneas, palabras, cosas” es una de las muestras más fascinantes de las que yo tenga el recuerdo. Está a cargo de Miguel López, que es un curador con una trayectoria ascendente impresionante, y el espacio del Cultural Norte Americano ha sido trabajado sobre una propuesta del arquitecto Paulo Dam. La muestra se presenta como un espacio total y eso es interesantísimo. Es, si uno puede referirse a ella de esta manera, una panorámica. No es precisamente una retrospectiva o una muestra antológica. La manera en que se han planteado los trabajos es tal que dialogan entre sí sin tener en cuenta (o sin recalcar) el momento en que fueron hechos. Luz María Bedoya es una artista con una obra que podría ser descrita como casi secreta; hay muchas cosas que nunca se han mostrado, series enteras muy grandes que ha trabajado y que han quedado en sus archivos... Por ejemplo, Plano, que fue una exposición íntegra en París en el año 2001 va a verse por primera vez en Lima en la Sala Cuadrada del ICPNA de Miraflores. También la serie Homonimia, la serie Impases, que son series realmente contundentes en términos de trabajo, y que son precisamente cosas que ella hasta ahora no ha dado a conocer.
¿Habida cuenta de la singularidad de su mirada, cuál sería para ti el lugar que ocupa Bedoya en el panorama de la fotografía peruana?
Verás, ese es otro de los puntos en donde pienso que hay una culminación para mí. Conocí a Luz María Bedoya en el Instituto Gaudí, un espacio donde ella enseñaba fotografía y yo enseñaba historia de la foto; nos tratamos de una manera profesional y yo estaba enterado de lo que ella hacía. En el 2005 propuse su trabajo para su participación en la Bienal de Venecia, y a partir de ese momento nuestra relación en términos del trabajo y mi familiarización con su producción se hicieron cada vez más intensos. Hemos intercambiado mucho a lo largo de estos últimos 8-9 años. Y es en ese periodo en que yo me he dado cuenta de la diferencia de la obra de Luz María Bedoya frente al entorno fotográfico inmediato. Es decir, ella es una fotógrafa que no entró en la muestra Documentos. Esa muestra se cerraba, si mal no recuerdo, con la fotografía de Antonio Ramos, Enrique Bedoya y Milagros de la Torre, que eran los más jóvenes que aparecían ahí. Ese mismo año Luz María Bedoya impresionó en la primera Bienal Iberoamericana de Lima con una serie que se llamó Punto Ciego, una foto-instalación de 70 imágenes. Ya desde ese momento marcaba una diferencia porque en Lima no se hacían foto-instalaciones. Cuando tú haces una instalación a partir de 70 imágenes fotográficas, lo que estás haciendo, en cierta medida, es subordinar la obra unitaria (que supuestamente es la obra de arte) al conjunto. Estás diciendo que el conjunto de 70 es lo que da sentido o es la intención de la obra. La obra unitaria se ha vuelto entonces un fragmento; no es estrictamente hablando la obra que contiene el significado de la instalación, no puede serlo.
Esa actitud distinta ya de por si plantea una de las maneras en que Luz María Bedoya pertenece al área de la creación contemporánea que es calificada como post-medio. Es decir, el área donde ya no importa si antes la fotografía se practicaba con criterios de una estética absolutamente inherente al medio y que estaba circunscrita a la noción de que tienes que hacer, por ejemplo, un buen negativo para luego interpretarlo como quien interpreta una partitura musical y lograr un positivo en el que condenses toda tu intencionalidad estética y que ese positivo sea concretamente LA obra de arte. La era post-medio justamente relativiza de una manera muy fuerte toda esa noción de medios con especificidades técnicas que hacen de ellos cuestiones completamente herméticas en sí mismas. Más bien, la era post-medio abre el campo de juego de la creación contemporánea, muchas veces valiéndose de situaciones en las que las especificidades de los medios (la pintura, la escultura, el grabado, la fotografía) son puestas en entredicho, no necesariamente como una crítica al medio sino porque la naturaleza de los trabajos que se hacen hoy es distinta.
Eso hace que, en nuestro país, alguien como Luz María Bedoya se convierta en una figura que, si bien reconocida excepcionalmente por las cosas que ha presentado, ha seguido siendo una artista secreta, y es recién en esta ocasión que vamos a poder apreciar cómo un número muy grande de sus obras dialogan entre sí y de qué manera también se establecen los términos en los que ha planteado sus obras y que constituyen una estética muy particular, muy valiosa y muy a contramano de la estética de la creación fotográfica actual en el Perú. Una de las muestras de su originalidad es por ejemplo que ella no pone énfasis en lo local, que es a lo que estamos acostumbrados. No se vale de cuestiones como el color local, la autenticidad o la identidad.
Que es usualmente lo que se vende bien en el extranjero... Pero incluso entre nosotros... Lo que hace ella está completamente a contramano de esta visión de marca del país. Probablemente sea una exposición muy desafiante y estoy seguro de que a más de uno le va a erizar el pelo, pero me parece que es absolutamente indispensable hacerla en este momento.
Comenzó la II Bienal de Fotografía de Lima con algunas muestras interesantes y otras para el olvido. Entre las inauguraciones que se realizó esta semana hubo una que me llamó la atención, la muestra de la fotógrafa Luz María Bedoya titulada “Líneas, palabras, cosas” curada por Miguel López y que se presentó en el ICPNA de Miraflores. Luego de recorrer la muestra y ver piedras, ventanas, nubes,calles y video, salí muy decepcionado. Entendí que ahora cualquier fotografía puede ser considerada arte y estar presente en una Bienal, siempre y cuando se tenga un discurso armado para legitimar la obra.
Luego de ver una serie de fotos de piedras colocadas sin mayor orden, que llegaron a mi correo junto con la nota de prensa, lo primero que hice fue postear el envío en mi muro de Facebook y mencionar que esto era parte de la II Bienal de fotografía. Algunos fotógrafos pensaron que se trataba de una broma, otros preguntaron si esto era verdad, también estaban los que se sentían decepcionados y, por supuesto, los que defendían “la obra”. - See more at: http://www.limagris.com/ii-bienal-de-fotografia-de-lima-y-el-verso-para-legitimar-una-obra/
Luz María Bedoya presenta notable retrospectiva en el Icpna
Imágenes podemos ver muchas. Pero a veces, solo a veces, un artista nos hace recordar que la fotografía es un medio versátil, elástico, ambiguo, en permanente transformación. En la retrospectiva “Líneas, palabras, cosas”, Luz María Bedoya reúne en la prestigiosa galería del Icpna, 20 años de trabajo. Imágenes aparentemente pequeñas, análogas, cotidianas, sin color y lejos del espectáculo visual. Y, sin embargo, es una de las más potentes que este redactor ha visto en años.
Observar las diferentes series de Luz María Bedoya es empezar a imaginar historias de caminos, narrativas que tienen que ver con viajes sin destino o persecuciones de algo inasible, con la ciudad, la carretera o el desierto como escenarios de búsqueda.
La de Bedoya es una búsqueda en la cual es clave perderse en el camino. Extravíos que pueden llevarla a mitad de la carretera Panamericana para encontrar pircas de piedras delimitando terrenos en el desierto, o en barrios de Dublín, terriblemente homogéneos, donde encuentra calles homónimas. La suya es una lógica errática .
Visto así, uno podría decir que Luz María Bedoya nos revela el secreto más pesimista del viajero: que vayas adonde vayas, siempre te encontrarás en el mismo sitio, que no existen los destinos finales, que lo único por hacer es ir y volver sobre una ruta que no te conduce a ninguna parte. “Yo creo en eso, pero yo no lo tomo con pesimismo. ¡Es una decisión de vida fascinante! Creer que hay un destino adonde llegar y algo por descubrir me parecen situaciones autoritarias, monolíticas, fijas, que no me llaman la atención. Prefiero el recorrido, el pasaje, el ir y volver sin tener nada definitivo”, añade.
La Mula conversó con la destacada artista peruana Luz María Bedoya a propósito de la muestra “Líneas, palabras, cosas”, que reúne, en el contexto de la Bienal de Fotografía de Lima, 20 años de su trabajo.
Usualmente se espera de las fotografías que sean imágenes donde está presente un mensaje intercambiable. Tú me das una foto y yo te doy una palabra: “esta foto es una persona en un paradero”. Y más aún si es que se trata de una foto más cargada de información, como en el caso de las fotografías periodísticas. Pero si hay algo que a mí no me interesa en mi propia producción es la fotografía de ese tipo. Finalmente hay cuestiones de gustos: este tipo de trabajo puede aburrir a ciertas personas y está bien, no todo el mundo tiene que interesarse por las mismas cosas.
En una bienal de FOTOGRAFÍA presentan una muestra antológica de una artista audiovisual que como ella bien lo indica presenta aburridísimos preconceptos y entrampados ejercicios fallidos que no todos lo pueden entender ni menos aprehender.
6 comentarios:
Otra de las muestras importantes va a ser la que está dedicada a la producción de Luz María Bedoya: “Líneas, palabras, cosas”. ¿Qué nos tiene reservada esta muestra?
“Líneas, palabras, cosas” es una de las muestras más fascinantes de las que yo tenga el recuerdo. Está a cargo de Miguel López, que es un curador con una trayectoria ascendente impresionante, y el espacio del Cultural Norte Americano ha sido trabajado sobre una propuesta del arquitecto Paulo Dam. La muestra se presenta como un espacio total y eso es interesantísimo. Es, si uno puede referirse a ella de esta manera, una panorámica. No es precisamente una retrospectiva o una muestra antológica. La manera en que se han planteado los trabajos es tal que dialogan entre sí sin tener en cuenta (o sin recalcar) el momento en que fueron hechos. Luz María Bedoya es una artista con una obra que podría ser descrita como casi secreta; hay muchas cosas que nunca se han mostrado, series enteras muy grandes que ha trabajado y que han quedado en sus archivos... Por ejemplo, Plano, que fue una exposición íntegra en París en el año 2001 va a verse por primera vez en Lima en la Sala Cuadrada del ICPNA de Miraflores.
También la serie Homonimia, la serie Impases, que son series realmente contundentes en términos de trabajo, y que son precisamente cosas que ella hasta ahora no ha dado a conocer.
¿Habida cuenta de la singularidad de su mirada, cuál sería para ti el lugar que ocupa Bedoya en el panorama de la fotografía peruana?
Verás, ese es otro de los puntos en donde pienso que hay una culminación para mí. Conocí a Luz María Bedoya en el Instituto Gaudí, un espacio donde ella enseñaba fotografía y yo enseñaba historia de la foto; nos tratamos de una manera profesional y yo estaba enterado de lo que ella hacía. En el 2005 propuse su trabajo para su participación en la Bienal de Venecia, y a partir de ese momento nuestra relación en términos del trabajo y mi familiarización con su producción se hicieron cada vez más intensos. Hemos intercambiado mucho a lo largo de estos últimos 8-9 años. Y es en ese periodo en que yo me he dado cuenta de la diferencia de la obra de Luz María Bedoya frente al entorno fotográfico inmediato. Es decir, ella es una fotógrafa que no entró en la muestra Documentos. Esa muestra se cerraba, si mal no recuerdo, con la fotografía de Antonio Ramos, Enrique Bedoya y Milagros de la Torre, que eran los más jóvenes que aparecían ahí. Ese mismo año Luz María Bedoya impresionó en la primera Bienal Iberoamericana de Lima con una serie que se llamó Punto Ciego, una foto-instalación de 70 imágenes. Ya desde ese momento marcaba una diferencia porque en Lima no se hacían foto-instalaciones. Cuando tú haces una instalación a partir de 70 imágenes fotográficas, lo que estás haciendo, en cierta medida, es subordinar la obra unitaria (que supuestamente es la obra de arte) al conjunto. Estás diciendo que el conjunto de 70 es lo que da sentido o es la intención de la obra. La obra unitaria se ha vuelto entonces un fragmento; no es estrictamente hablando la obra que contiene el significado de la instalación, no puede serlo.
Esa actitud distinta ya de por si plantea una de las maneras en que Luz María Bedoya pertenece al área de la creación contemporánea que es calificada como post-medio. Es decir, el área donde ya no importa si antes la fotografía se practicaba con criterios de una estética absolutamente inherente al medio y que estaba circunscrita a la noción de que tienes que hacer, por ejemplo, un buen negativo para luego interpretarlo como quien interpreta una partitura musical y lograr un positivo en el que condenses toda tu intencionalidad estética y que ese positivo sea concretamente LA obra de arte. La era post-medio justamente relativiza de una manera muy fuerte toda esa noción de medios con especificidades técnicas que hacen de ellos cuestiones completamente herméticas en sí mismas. Más bien, la era post-medio abre el campo de juego de la creación contemporánea, muchas veces valiéndose de situaciones en las que las especificidades de los medios (la pintura, la escultura, el grabado, la fotografía) son puestas en entredicho, no necesariamente como una crítica al medio sino porque la naturaleza de los trabajos que se hacen hoy es distinta.
Eso hace que, en nuestro país, alguien como Luz María Bedoya se convierta en una figura que, si bien reconocida excepcionalmente por las cosas que ha presentado, ha seguido siendo una artista secreta, y es recién en esta ocasión que vamos a poder apreciar cómo un número muy grande de sus obras dialogan entre sí y de qué manera también se establecen los términos en los que ha planteado sus obras y que constituyen una estética muy particular, muy valiosa y muy a contramano de la estética de la creación fotográfica actual en el Perú.
Una de las muestras de su originalidad es por ejemplo que ella no pone énfasis en lo local, que es a lo que estamos acostumbrados. No se vale de cuestiones como el color local, la autenticidad o la identidad.
Que es usualmente lo que se vende bien en el extranjero...
Pero incluso entre nosotros... Lo que hace ella está completamente a contramano de esta visión de marca del país. Probablemente sea una exposición muy desafiante y estoy seguro de que a más de uno le va a erizar el pelo, pero me parece que es absolutamente indispensable hacerla en este momento.
Comenzó la II Bienal de Fotografía de Lima con algunas muestras interesantes y otras para el olvido. Entre las inauguraciones que se realizó esta semana hubo una que me llamó la atención, la muestra de la fotógrafa Luz María Bedoya titulada “Líneas, palabras, cosas” curada por Miguel López y que se presentó en el ICPNA de Miraflores. Luego de recorrer la muestra y ver piedras, ventanas, nubes,calles y video, salí muy decepcionado. Entendí que ahora cualquier fotografía puede ser considerada arte y estar presente en una Bienal, siempre y cuando se tenga un discurso armado para legitimar la obra.
Luego de ver una serie de fotos de piedras colocadas sin mayor orden, que llegaron a mi correo junto con la nota de prensa, lo primero que hice fue postear el envío en mi muro de Facebook y mencionar que esto era parte de la II Bienal de fotografía. Algunos fotógrafos pensaron que se trataba de una broma, otros preguntaron si esto era verdad, también estaban los que se sentían decepcionados y, por supuesto, los que defendían “la obra”. - See more at: http://www.limagris.com/ii-bienal-de-fotografia-de-lima-y-el-verso-para-legitimar-una-obra/
Luz María Bedoya presenta notable retrospectiva en el Icpna
Imágenes podemos ver muchas. Pero a veces, solo a veces, un artista nos hace recordar que la fotografía es un medio versátil, elástico, ambiguo, en permanente transformación. En la retrospectiva “Líneas, palabras, cosas”, Luz María Bedoya reúne en la prestigiosa galería del Icpna, 20 años de trabajo. Imágenes aparentemente pequeñas, análogas, cotidianas, sin color y lejos del espectáculo visual. Y, sin embargo, es una de las más potentes que este redactor ha visto en años.
Observar las diferentes series de Luz María Bedoya es empezar a imaginar historias de caminos, narrativas que tienen que ver con viajes sin destino o persecuciones de algo inasible, con la ciudad, la carretera o el desierto como escenarios de búsqueda.
La de Bedoya es una búsqueda en la cual es clave perderse en el camino. Extravíos que pueden llevarla a mitad de la carretera Panamericana para encontrar pircas de piedras delimitando terrenos en el desierto, o en barrios de Dublín, terriblemente homogéneos, donde encuentra calles homónimas. La suya es una lógica errática .
Visto así, uno podría decir que Luz María Bedoya nos revela el secreto más pesimista del viajero: que vayas adonde vayas, siempre te encontrarás en el mismo sitio, que no existen los destinos finales, que lo único por hacer es ir y volver sobre una ruta que no te conduce a ninguna parte. “Yo creo en eso, pero yo no lo tomo con pesimismo. ¡Es una decisión de vida fascinante! Creer que hay un destino adonde llegar y algo por descubrir me parecen situaciones autoritarias, monolíticas, fijas, que no me llaman la atención. Prefiero el recorrido, el pasaje, el ir y volver sin tener nada definitivo”, añade.
La Mula conversó con la destacada artista peruana Luz María Bedoya a propósito de la muestra “Líneas, palabras, cosas”, que reúne, en el contexto de la Bienal de Fotografía de Lima, 20 años de su trabajo.
Usualmente se espera de las fotografías que sean imágenes donde está presente un mensaje intercambiable. Tú me das una foto y yo te doy una palabra: “esta foto es una persona en un paradero”. Y más aún si es que se trata de una foto más cargada de información, como en el caso de las fotografías periodísticas. Pero si hay algo que a mí no me interesa en mi propia producción es la fotografía de ese tipo. Finalmente hay cuestiones de gustos: este tipo de trabajo puede aburrir a ciertas personas y está bien, no todo el mundo tiene que interesarse por las mismas cosas.
En una bienal de FOTOGRAFÍA presentan una muestra antológica de una artista audiovisual que como ella bien lo indica presenta aburridísimos preconceptos y entrampados ejercicios fallidos que no todos lo pueden entender ni menos aprehender.
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