IPYS / Dante Piaggio es tal vez el reportero gráfico peruano que
más conflictos sociales ha cubierto en sus 22 años de trayectoria periodística.
El linchamiento de un alcalde puneño en la provincia de Ilave, el enfrentamiento
en el bosque de Pomac en donde presenció el asesinato de un policía, la violenta
protesta en Madre de Dios contra las leyes para formalizar la minería ilegal
son solo algunas de sus experiencias más riesgosas como fotógrafo del diario El
Comercio. Esta vez le tocó Cajamarca y las protestas contra el proyecto minero
Conga, donde fue flanco de agresiones por parte de todos los protagonistas del
conflicto. En diálogo con IPYS el fotógrafo nos cuenta los detalles de esta
complicada y violenta cobertura.
¿Cuáles son tus primeras reflexiones de la
cobertura de Conga?
Conga es una cobertura complicada, creo que el conflicto
es en general muy complejo y las decisiones que se tomen en los próximos días
pienso que serán determinantes para lo que venga después, en general, con los
conflictos sociales relacionados a las industrias extractivas.
La cobertura ha sido bien tensa, de menos a más. Por un
lado los manifestantes que se están cuidando de no transgredir las normas
impuestas por el gobierno respecto a la toma de carreteras, romper locales, etc.
Uno siente que hay una suerte de autocontrol. Por el otro, la policía que
también se está cuidando de que no se le pase la mano. Aunque claro, ahí la
presencia de la prensa es fundamental, por eso se cuidan de no pasar la línea,
porque estamos ahí, mirándolo todo. Pero es una situación límite que se va
desgastando y producto de ese desgaste suceden cosas como lo que me pasó a
mí.
¿Qué pasó?
Me fui a cubrir a la iglesia San Francisco donde están las
ollas comunes y donde son acogidas las comunidades que llegan a manifestarse.
Estaba tomando fotos, relativamente tranquilo, y de pronto aparece un
desquiciado que viene a prender la mecha y me terminan botando en bloque. Yo
intentaba tomar fotos, me botan en bloque, argumento lo que puedo pero no me
funciona. La gente que está afuera está más calmada, me tranquilizan y les digo
que lo peor que les puede pasar es que no tengan prensa que esté informando. Y
en este caso, El Comercio era el único medio que estaba allí, metido adentro,
pues a los cajamarquinos casi no les creen. Les dije que era mejor que estemos
allí. Ya la policía había intentado sembrar bombas misteriosas, buscar motivos
para reprimir, entonces un poco que razonan y el asunto no se torna tan
violento. Luego, a la hora, los universitarios salen a marchar. Estoy tomando
fotos de los bloqueos y veo a la policía agazapada frente a los piedrazos. Me
acerco para tomar fotos. Me salta un tombo a pecharme y me empieza a decir que
qué tengo contra él, que me vaya a cubrir otra cosa. Todo en un tono muy
agresivo. Me indigné, casi nos vamos a los golpes. Acto seguido se van los
tombos y me quedo con los estudiantes que iban a recomenzar el bloqueo. Me ven y
se me vienen encima. Eran como 30. Yo decía: “carajo la policía me bota, ustedes
me botan, todos me botan” y mientras tanto volaban los hondazos. A la mototaxi
en la que yo estaba le hicieron un hueco y me tuve que ir corriendo hasta que
encontré un almacén donde me escondí con mi cámara. Media hora escondido,
estudiantes enardecidos persiguiéndome, bien jodido. Luego de esto decidí
regresar. Yo sé donde me meto. En este caso ya me pareció hora de volver.
¿Qué hace que la prensa sea flanco de estas
agresiones?
En los diez días vi varias agresiones contra otros
colegas, una situación bien complicada para los que estamos allí, cubriendo en
la zona. Esta situación tiene que ver también con lo que dicen los medios en
Lima, con nuestros líderes de opinión.
¿La línea editorial del medio puede afectar la
cobertura en situaciones de violencia?
Sin duda. En Madre de Dios, por ejemplo, me mandaron a
cubrir las protestas de los mineros informales. Yo había pasado relativamente
desapercibido y estaba trabajando más o menos tranquilo. De pronto el diario
hace una nota con un titular que decía que narcotraficantes estaban implicados
en la protesta. Era un titular basado en las declaraciones de alguien, pero eso
se decía en más chiquito y lo que saltaba a la vista era el título con esta
acusación. Todo lo que había ganado pasando piola se rompió cuando una señora de
los miles de manifestantes me puso El Comercio en la cara. La verdad no había
qué decir, qué argumentar, estaba fregado.
¿Qué hacer frente a una situación
así?
Es muy complicado pues, son situaciones de desgaste donde
de uno y otro lado se cuidan de no desbordarse pero al final sucede y estamos en
función de lo que diga el medio donde trabajamos. Un poco el argumento que yo
uso en casos así, con los manifestantes cajamarquinos por ejemplo, cuando se
puede hablar, es separar las cosas y no opinar al respecto. Por lo menos en el
caso de los reporteros gráficos. Que les quede claro eso aunque no muchas veces
funciona.
¿Cómo protegerse sin descuidar la
cobertura?
Es un trabajo muy jodido. Hay colegas que optan por
identificarse como prensa extranjera por ejemplo. Yo prefiero no hacer eso
porque me parece que si te ampayan es más riesgoso, no la cuentas. Prefiero ser
honesto y tratar en la medida de lo posible de convencer a la gente de que estoy
ahí trabajando y que es bueno que haya prensa que esté mirando lo que
pasa.
En la marcha de los estudiantes en Cajamarca, por ejemplo,
vi a un grupo de policías que estaba punto de intervenir y escucho que un tombo
me grita que me vaya, que me van a pegar, que no tome riesgos. Mira,
sinceramente, a mi me parece que la gente de Cajamarca es tranquila, tienen esa
característica a pesar de todo. Entonces les dije a los manifestantes: miren, a
100 metros míos está la policía esperando que yo me vaya para que esto se salga
de control y sacarles la mugre. Agradezcan que estoy acá, no se los digo de mala
onda pero es verdad: si no hay prensa ustedes pierden. Cuando no hay prensa
ocurren los desmanes de uno y otro lado.
Yo incluso he hablado con la gente de Goyo (Gregorio
Santos), y les he dicho que se cuiden de arremeter contra la prensa porque va a
ser peor, que le peguen a un periodista simplemente va a poner las cosas al
cuadrado. Y bueno, te entienden como no también.
¿En qué momento, en una cobertura complicada,
decides dar un paso al costado?
En Madre de Dios tuve que dejar de cubrir para
salvaguardar mi seguridad. Es jodido porque la línea del medio afecta bastante
una cobertura de riesgo. En Cajamarca el diario quería que me quede un par de
días más pero les dije que no valía la pena porque la cobertura, tras lo que me
pasó, iba a ser muy limitada. Es una cuestión que la decides en el momento. En
mi caso, en Cajamarca, era la población, la policía, los estudiantes, todos en
contra, dejo de cubrir y me voy nomás. Es complicado pero también es un
entrenamiento, un momento de reflexión: qué es lo hubiera tenido que hacer para
mejorar, tal vez no acercarme tanto, en fin, son cosas que van apareciendo de
acuerdo a cada cobertura y con variables distintas, como por ejemplo si El
Comercio se lee o no en determinados lugares, eso también ayuda.
En los sucesos de Pomac viste morir en policía
durante la cobertura, ¿cómo fue eso?
Fue una cobertura distinta pero igual de riesgosa.
Distinta porque fue un enfrentamiento directo, corría mucha bala y ni siquiera
la prensa era un problema. Pero ahí también llegamos y otros colegas nos dijeron
que no enteremos, que era muy riesgoso. Igual fui y claro, ahí me di cuenta de
la gravedad. No mides sino hasta que estás en el lugar, es un poco así este
trabajo. Acá lo más duro fue que el policía estaba detrás de mí. Lo conminan a
que vaya a recoger un cuerpo, yo estaba a punto de pasarme al otro lado cuando
el tipo va primero y se lo bajan. Bien fuerte, nunca me había pasado ver perder
una vida tan cerca. Pensé además que pude ser yo.
¿Qué conclusiones sacas después de cubrir el
conflicto en Conga?
Yo creo que se va a poner peor y que en algún momento nos
va a pasar algo más feo a los periodistas. El descrédito de Humala, el haber
prometido cosas que no ha cumplido, el no dar la cara a la gente que confió en
él. Creo que si no se toma en serio el diálogo con autocrítica y con los
protagonistas del asunto, esto va a terminar mal.
¿Volverías a Cajamarca?
Si, por supuesto.
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