Massimo Vitali es un fotógrafo italiano (nacido en 1944 en Como) famoso por sus panorámicas de atestadas playas italianas.
En la estela de otros fotógrafos, Vitali retrata a las muchedumbres de la era moderna, los escenarios del turismo masificado y la extraña soledad de los lugares de esparcimiento colectivo: piscinas de hotel, picnics multitudinarios, playas atestadas, discotecas o pistas de esquí.
Sus multitudes, captadas a vista de pájaro (toma sus fotografías desde un pódium de 4 o 5 metros, con cámaras de gran formato), conviven frecuentemente con vertederos, polígonos industriales o agresivos complejos hoteleros, suscitando en última instancia reflexiones como el uso estandarizado del “tiempo libre”, la degradación del medio ambiente o las tenebrosas implicaciones que revisten el moderno concepto de “vacaciones”.
Su serie de playas muestra multitudes veraniegas que resultan muy familiares. Sin embargo, el punto de vista elevado ayuda a eludir la sensación de agobio que se tiene a pie de ola y empequeñece la escena, como restando importancia a lo que muestra.
Sus imágenes llenas de luz, casi decoloradas, que recuerdan a las postales de las tiendas de souvenirs, parecen juzgar a un más que amplio catálogo humano. Grupos que proporcionan textura a la imagen y, al mismo tiempo, sujetan al espectador (¡lo que nos gusta mirar!) que no puede evitar detenerse en numerosos detalles que, contando sencillas historias, componen un gran mosaico en el que nada parece ocurrir.
En la estela de otros fotógrafos, Vitali retrata a las muchedumbres de la era moderna, los escenarios del turismo masificado y la extraña soledad de los lugares de esparcimiento colectivo: piscinas de hotel, picnics multitudinarios, playas atestadas, discotecas o pistas de esquí.
Sus multitudes, captadas a vista de pájaro (toma sus fotografías desde un pódium de 4 o 5 metros, con cámaras de gran formato), conviven frecuentemente con vertederos, polígonos industriales o agresivos complejos hoteleros, suscitando en última instancia reflexiones como el uso estandarizado del “tiempo libre”, la degradación del medio ambiente o las tenebrosas implicaciones que revisten el moderno concepto de “vacaciones”.
Su serie de playas muestra multitudes veraniegas que resultan muy familiares. Sin embargo, el punto de vista elevado ayuda a eludir la sensación de agobio que se tiene a pie de ola y empequeñece la escena, como restando importancia a lo que muestra.
Sus imágenes llenas de luz, casi decoloradas, que recuerdan a las postales de las tiendas de souvenirs, parecen juzgar a un más que amplio catálogo humano. Grupos que proporcionan textura a la imagen y, al mismo tiempo, sujetan al espectador (¡lo que nos gusta mirar!) que no puede evitar detenerse en numerosos detalles que, contando sencillas historias, componen un gran mosaico en el que nada parece ocurrir.
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