El Festival Visa pour l’Image, de Perpiñán, celebra sus 20 años expresando la profunda depresión del fotoperiodismo
Andrés Pérez - París - 11/09/2008
Los fotógrafos, que antes eran aventureros capaces de traer la imagen que haría descubrir un mundo desconocido, son hoy los obreros que retransmiten –casi en directo, en el caso de los fotógrafos de la agencia AP, equipados con un retransmisor cableado a su aparato numérico– un flujo inmenso con más de lo mismo archiconocido, especialmente si es Carla Bruni-Nicolas Sarkozy o el vientre de Rachida Dati. Del flujo podría salir la pluralidad, pero en realidad está saliendo una visión uniforme del mundo. El fotógrafo de un país del norte viaja a un lugar deslabazado del sur para traer imágenes de barbarie o de extrema pobreza, encargadas por un redactor jefe que sabe lo que quiere y cuyos lectores saben que él sabe lo que ellos quieren.
Las prisas globales
“Hace 20 años, un tipo podía partir especulando sobre un tema y si a la vuelta su trabajo era bueno, se publicaba y se ganaba la vida”, explica el director del festival. Hoy, añade, “si esos fotógrafos no tienen sus imágenes en línea en tiempo real, si lo que hacen es enviar sus CD a Paris Match, VSD o Newsweek, es demasiado tarde, porque los acontecimientos se han acabado y las publicaciones ya han pasado a otro asunto”, subraya.
En paralelo, un inmenso proceso de concentración en grandes grupos se ha zampado a buena parte de las agencias independientes. Hoy, un redactor jefe tiene en su ordenador 260 hilos de agencias en las que puede encontrar cientos de miles de imágenes de todo buscando con una simple palabra. ¿Para qué escuchar al joven fotógrafo de un colectivo independiente que dice que ha estado no se sabe dónde y que fotografió no se sabe qué con no se sabe qué idea? Es la segunda gran duda de la profesión: cada vez más autores fotógrafos documentales independientes, incluidos nombres conocidos mundialmente, malviven como mileuristas y, aun así, para llegar a fin de mes, tienen que hacer fotos para catálogos de un supermercado o de anuncios de viagra.
El foto-reportaje de autor quizá esté llegando al final de un ciclo. Final que queda ilustrado en una exposición en Perpiñán. En un muro, las fotos horrendas de sangre y cuerpos retorcidos durante los linchamientos en Kenia en enero pasado. Un fotógrafo optó por quedarse y disparar a lo largo y ancho. Al lado, la placa presentando al autor: un occidental rubio autosatisfecho, que no vacila en presentarse como el típico aventurero que se fuma un puro al regresar a París. En las mentes de los que saben, la idea clara de que miles de fotógrafos tuvieron esas mismas fotos y todo el mundo sabe que ese fotógrafo que se las da de aventurero no consigue ganarse la vida con sus fotos, y por eso fotografía más sangre lo más rápidamente posible, para intentar venderlo al mejor postor. Eso sí que es bárbaro.
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1 comentario:
Estoy de acuerdo con lo expresado en la nota. Es muy cierto, hay una profunda crisis en el periodismo y mas en la fotografía documental. El verdadero fotógrafo documental es un antropólogo-sociólogo de la imagen, el que se atrever a revelar un mundo latente y desconocido de una cultura, lugar, etc. Sin embargo, dada las circunstancias actuales, para sobrevivir tiene que hacer fotos de novias, productos, etc.. Es también lo que pasa en prensa, el reportero puede tener 1000 fotos buenas de una comisión, que revelan acontecimientos de una denuncia social o política pero finalmente la publicación de la imagen en un medio depende de los editores , de la linea política del medio, la cual finalmente responde a los intereses de sus propietarios. Pero lo terrible es que dada la necesidad económica el reportero gráfico se convierte en una marioneta de hacer fotos a pedido del editor, redactor, etc... (donde la libertad? sin embargo, creo que aun quedan y hay y muchos fotógrafos de los que están mirando desde otro lado y persisten en hacer fotos que descubran y revelen un lugar, personaje situación, etc. Pocas veces tenemos ocasión de verlas publicadas pero aparecen sea en una exposición individual, un flickr, un fotolog, o cuando por x razón se hicieron merecedoras de un premio. Finalmente lo que sucede con los fotógrafos documentalistas contemporáneos se da en todos los niveles del periodismo, es propio y típico de las sociedades capitalistas de un voraz consumismo en decadencia de valores solidaridad y respeto por los derechos y de hondas desigualdades económicas. Galia Gálvez Retamozo (Fotógrafa)
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