jueves, 19 de abril de 2012

Fotografía y el teatro de la calle

La fotografía callejera es el género documental más practicado en el mundo, sobre todo en esta época de proliferación de gadgets electrónicos -teléfonos móviles, tabletas... capaces de servir como instrumentos de captura de imágenes en alta resolución.


Pese a que cualquiera puede ser un fotógrafo en potencia en los espacios públicos urbanos (sería motivo de otra discusión saber si cualquiera puede un buen fotógrafo callejero), la práctica de esta disciplina está sometida a debate y es reprimida a diario por motivos políticos, morales o de un mal entendido derecho a la propia imagen.

La street photography, como la llaman los anglosajones, ha sido definida por el influyente London Street Photography Festival como aquella "fotografía sin pose ni preparación previa que captura, explora o cuestiona asuntos sobre la sociedad contemporánea y las relaciones entre los individuos y sus ambientes".




Nació a finales de los años treintaTan acostumbrados como estamos a la convicencia con las cámaras puede parecer que el concepto siempre estuvo ahí, pero lo cierto es que la fotografía callejera comenzó a ser desarrollada a finales de la década de los años treinta del siglo XX, cuando se empezaron a comercializar los equipos compactos y se universalizó la película de 135 milímetros.

La exposición I Spy: Photography and the Theater of the Street, 1938–2010 (Yo, espía: fotografía y el teatro de la calle, 1938-2010) es la gran cita de 2012 para tener una visión panorámica del género. La muestra, organizada por la National Gallery of Art de Washington (EE UU), será inaugurada el 22 de abril y permanecerá abierta hasta el 5 de agosto.

En la gran retrospectiva, la mejor de los últimos años, hay obras de seis de los grandes maestros e innovadores de la foto callejera: Walker Evans (1903–1975), Harry Callahan (1912–1999), Robert Frank (1924), Bruce Davidson (1933), Philip-Lorca diCorcia (1951) y Beat Streuli (1957).


La vida diaria de los urbanitasEl recorrido por la retrospectiva permite advertir la subyugante atracción de la ciudad y su caótica cacofonía sobre los fotógrafos, que han retratado, desde hace casi un siglo, a los urbanitas, su vida diaria, ocupaciones, formas de transporte y decorados arquitectónicos en los que se mueven.

Como niños jugando a los espías desde las ventanillas de un automóvil I Spy también procura un acercamiento a los "rígidos parámetros" de estilo de algunos de estos artistas, cuyo trabajo tiene a veces menos relación con el azar del que podamos creer de antemano. "Como niños jugando a los espías desde las ventanillas de un automóvil, estos fotógrafos restringen el modo de ver, seleccionado una mirada precisa e inyectando orden en el caos de la ciudad", señalan los organizadores.

La exposición destaca y rinde homenaje a las inventivas triquiñuelas de los fotógrafos para pasar desapercibidos y robar retratos en los transportes públicos o las atestadas aceras y plazas metropolitanas. Evans ocultaba la cámara bajo la gabardina y ni siquiera componía el cuadro de las fotos que tomaba; Frank sólo hacía fotos desde coches y DiCorcia y Streuli colocan las cámaras en lugares determinados, a veces conectadas a flashes, y disparan a distancia con dispositivos remotos.


Espectáculo de perpetua fascinaciónEn las más de un centenar de piezas que componen la exposición se aprecia, sea cual sea el método utilizado, que todos los fotógrafos ven las calles como un espectáculo de perpétua fascinación. Las ideas de voyeurismo, vigilancia y privacidad que pueden surgir como reflexión ante las obras no parecen haber sido tenidas en cuenta por los artistas.

Evans ocultaba la cámara bajo la gabardina para hacer fotos a escondidas en el metro Los visitantes podrán ver las fotos míticas que Evans hizo a hurtadillas en el metro de Nueva York entre 1938 y 1941; las primeros planos de mujeres pensativas que Callahan realizó en las calles de Chicago en 1950; la serie de elegantes ballets urbanos de Frank en 1958, y los ejercicios de color agresivo de Davidson, también en el metro de Nuevo York, entre 1980 y 1985.





Los artistas más jóvenes están representados por la épica teatral de DiCorcia y la soledad icónica de las personas retratadas por Streuli. Estos dos fotógrafos, a diferencia de los maestros iniciales, permiten que la ficción asome en la fotografía callejera.

1 comentario:

sa'ha whe dijo...

Vivian Maier!!, sin duda una de las mejores, supo capturar momentos que reflejan lo cotidiano de su época de una manera sensible, sencilla y desprovista de todo ego personal, lo que hacía era para ella. Claro ejemplo de quienes no viven de la fotografía sino para ella y la convierten en una de sus más grandes pasiones.